miércoles, 21 de septiembre de 2016

el primer día

hacía tiempo que no sentía este tipo de nervios. me recordaban, si es que los recuerdo, a los nervios del primer día de clase. luego, como todo este tipo de cosas, no ha sido para tanto. ha sido difícil. el equipo no ha sonado como yo esperaba. el ruido de alrededor distrae mucho. pero creo que es una gran lección. 

la primera moneda ha venido de una mujer mayor, con gafas redondas, pelo corto y entre rubio y canoso. me ha sonreído y yo le he devuelto la sonrisa junto con un "gracias". 

un rato más tarde, un hombre se ha parado a hablar conmigo acerca de tocar la guitarra a capela. la verdad es que no he entendido de lo que me hablaba hasta que me he puesto a escribir estas líneas. de él ha venido la segunda moneda. 

un poco más tarde he desmontado el chiringuito y me vuelvo a casa, mientras ecribo esto en el vagón. 

no he cubierto ni el billete. pero quizá hoy lo importante era dar el paso. llego a casa con una sensación agridulce, pensando en como mejorar. objetivamente, ha sido un fracaso, pero personalmente ha supuesto un triunfo sobre alguno de mis miedos. 

hay que seguir. 

miércoles, 7 de septiembre de 2016

otro fracaso más

otro día que no me atrevo, que se queda la montañita preparada en el rincón y sin moverse, que encuentro la excusa, que se hunde todo un poco...

lunes, 22 de agosto de 2016

se demora

la verdad es que al final el verano no ha sido tan desastroso como se planteaba y aunque julio ha estado bastante bien, agosto no ha sido bueno. aún así, aún no he tenido el valor de empezar con lo que me propuse. supongo que es una combinación de miedo y vergüenza, aunque ya tengo claro que no hay nada de vergonzoso en ello, pero me asaltan dudas del tipo: ¿cómo reaccionaré cuando alguien me reconozca? ¿qué pasará si el esfuerzo no se ve recompensado por lo que saque? ¿cómo me voy a sentir despúes?

las respuestas a estas y otras preguntas e inquietudes que me asaltan, no las tendré hasta que me decida a vencer esos miedos y hacer lo que tenía pensado...

lunes, 25 de julio de 2016

mal de muchos...

Adam Nitti es un bajista de fama internacional de un gran prestigio. este post que puso en facebook, me demuestra que una mala racha, en esto de vivir de la música, la puede tener cualquiera, independientemente del nivel y calidad del músico. 

martes, 28 de junio de 2016

El principio. La decisión.

tras mucho meditar sobre mi situación económica, llega un punto en que me doy cuenta de que los gastos, muchos meses, superan los ingresos. entonces tiras de ahorros y parece que un mes compensa a otro. sin embargo, cuando los meses de escasez se alargan, a veces los ahorros llegan a límites que no quieres ver y la preocupación empieza. y te preguntas qué hacer. así que te pones a trabajar en proyectos personales que quizá tenías abandonados, en otros nuevos, en lo que sea. el hambre es la madre del ingenio. lo malo es que la mayoría de proyectos musicales necesitan tiempo para cuajar, y muchas veces invertir dinero, un dinero que parece no ser suficiente del que se genera con el esfuerzo de los conciertos en directo y dar alguna clase en una escuela de música. pero mientras, el fantasma de la bancarrota es inmediato.

la decisión de ir a tocar al metro empieza por una gran sensación de fracaso. parece que amigos y conocidos parecen sobrevivir en mayor o peor forma del arte que comparto con ellos, pero lo hacen. y sin embargo no parece ser suficiente para ti mismo. te cuestionas tu profesionalidad, tu arte, incluso tu dimensión humana. te preguntas qué es lo que hace que el teléfono ya no suene como antes. es un pozo negro en el que es fácil hundirse y quedarse bloqueado.

luego recuerdo épocas mejores y me doy cuenta de que las causas no sean únicamente mías. toco un instrumento de acompañamiento, principal, pero prescindible en muchos casos. así que muchas de las personas que me contrataban, van ahora en formatos más reducidos para recortar gastos y el bajo parece ser una de las primeras víctimas de esa situación. he acompañado a grandes músicos y a muy buenos artistas, eso me recuerda que algo de talento debo albergar, cuando entonces me iban bien las cosas. y he seguido estudiando y practicando y me siento mejor músico ahora que entonces.

el siguiente ogro que aparece es el de la mendicidad, el de la etiqueta social, el del pedigüeño y la vergüenza. y ese también me doy cuenta de que lo llevo encima desde hace tiempo, sin darme cuenta. cada concierto que ido a tocar y que cobraba según taquilla ha sido una mendicidad. sí, porque les he pedido a amigos que vinieran a verme. incluso esta nueva forma de concierto llamada after-pay, que es una forma cool de decir que vas a pasar la gorra. mirado en frío, no veo la diferencia moral entre ofrecer mi arte por la voluntad en un local habilitado para ello o en el pasillo del metro. he tocado en sitios donde la gente bebía y charlaba sin prestar atención a lo que ocurría en el escenario, así que tocar para gente que va a estar de paso sin prestar atención o que no le importa el arte, no es una novedad.

finalmente he pensado que el arte de la música es algo efímero y etéreo, que aunque pueda encapsularse en un CD o una grabación, vive realmente en el aire vibrando, en el momento en que el emisor intenta comunicar algo a un receptor. un pintor puede vender sus cuadros, un escultor sus obras. el músico, como el bailarín o el actor, es un artista de escena, y la escena está allí donde está el arte. y lo que voy a hacer no es mendicidad, no pido dinero a cambio de nada. ofrezco mi trabajo y el arte que pueda tener, en un espacio público, en lugar de un espacio privado. quiero vivir de mi trabajo y he llegado a la conclusión de que hacer mi trabajo no es algo indigno, independientemente de dónde lo haga. así que pronto podréis verme en alguna esquinita o pasillo de las instalaciones del metro, intentando llevar un poquito de arte a la flora y fauna que habita en los intestinos de esa lombriz mecánica gigante que devora las entrañas de la ciudad, llamada metro.

y puede que todo esto no sean más que justificaciones para enfrentarme a una situación que puede parecer triste. quizá sea así. pero desde hace mucho que tengo claro que la felicidad y la alegría depende muchísimo de la actitud y la disposición con la que te enfrentas a los problemas y te mueves por la vida. así que nada de penas ni martirios. tocar en el metro no es más que una situación laboral, como tocar en una boda o amenizar una convención. salvo por una diferencia, voy a tocar lo que me apetezca y voy a intentar disfrutar y aprender al máximo de esta nueva vivencia, y voy a hacerlo con toda la honestidad que pueda, con respeto al transeúnte que me oirá durante unos instantes, y con reverencia al arte al que he sometido mi existencia. cabeza alta y sonrisa. no hay más secreto.

ahora tengo que poner en marcha esta idea. invertir dinero en un amplificador que funcione a pilas y algún detalle más que tengo pensado. y no, ya no siento ni vergüenza, ni fracaso, ni miedo. no existe nada de eso en la supervivencia y en vivir de tu propio esfuerzo.